Las dos heladerías

Su madre le había enseñado el noble arte de hacer helados porque trabajó durante muchos años para una pequeña empresa especializada en derivados lácteos. Recuerdo ir alguna vez a su casa y probar helado casero que estaba delicioso. A mí me parecía algo mágico, pensaba que hacer helados solo estaba al alcance de expertos chefs o de grandes empresas que se dedicaran a ello.

Él nos decía que no era tan complicado (aunque en realidad lo era), que con unos pocos ingredientes podíamos nosotros también hacer helado: leche desnatada en polvo, chocolate, agua, azúcar y poco más. Pero yo seguía sin ver como con esas cuatro cosas se podía hacer un helado tan rico como el suyo. Tampoco es que lo intentara, prefería ir a su casa y comerlo allí.

Muchos años después, cuando volví al pueblo, me encontré de nuevo con él y nos comentó que tenía pensado abrir su propia heladería. Había estado trabajando algunos años para la misma empresa de su madre, pero quería establecerse por cuenta propia. Nosotros le animamos porque, sin duda, sabía lo que hacía cuando se trataba de helados, pero había un problema: el pueblo ya tenía una heladería muy famosa.

Efectivamente, la heladería del pueblo se ponía las botas sobre todo en verano, como es lógico cuando hablamos de helados, pero es que también vendía bastante el resto del año. Resultaba sorprendente acercarse un día de pleno invierno, con frío y lluvia y comprobar que tenían algunos clientes que, a pesar de todo, querían su helado.

¿Cómo competir con un negocio tan arraigado en el pueblo? Con su experiencia y ofreciendo un producto diferente. Partiendo de los ingredientes que ya conocíamos, leche desnatada en polvo, azúcar, miel, etc. comenzó a trabajar en algunos sabores diferentes, mucho más exóticos que los tradicionales. Además quería conseguir una textura única, diferente a los helados de la competencia. Estaba claro que la única manera de lograr el éxito era marca distancia con la otra heladería.

Cuando abrió, tardó en encontrar clientes fijos, pero con el tiempo se asentó como la ‘otra’ heladería del pueblo y ambas pudieron convivir.