Muchas familias se encuentran en un momento de sus vidas ante el problema de tener que compaginar una vida laboral y el cuidado de los padres. En muchos casos es algo que llega justo cuando ya se había superado el periodo de cuidar a los hijos y se pensaba que ya había pasado lo peor, por lo que cae como un jarro de agua fría para la pareja que tiene que tomar decisiones bastante importantes.
Las opciones que tienen son varias, pero dependerán de muchos factores:
-Reducir jornada. La reducción de jornada no siempre es posible. Algunas empresas la permiten sin problema pero en otras hay problemas y puede acarrear un despido, aunque el motivo argumentado será sin duda otro.
Además, en algunos casos, el dinero que cuesta pagarle a alguien que cuide al mayor mientras se está en el trabajo equivale a lo que se va a ganar, por lo que no compensa demasiado si la persona mayor no tiene una pensión que le permita correr con sus gastos.
-Dejar de trabajar uno de los miembros. Es algo que no siempre es posible, el dinero que entra en casa suele ser muy justo y no se puede renunciar al sueldo, a no ser que la pensión del mayor pueda ayudar. Pero incluso así, la persona que se dedica al cuidado de un anciano enfermo puede llegar a sentir una gran depresión y a sentirse permanentemente atada.
-Las residencias. En ellas se ocupan de que el anciano esté muy bien atendido. Pero para sus hijos el problema es el cargo de conciencia que supone dejar a su familiar en uno de estos lugares. No se sienten bien haciéndolo incluso cuando el padre o la madre ya no reconocen a los hijos y no son conscientes de donde están.
-Los Centros de día en Madrid. Suponen una opción intermedia. El mayor estará cuidado durante el día y podrá disfrutar de terapias y cuidados que le vendrán muy bien y que no se le pueden proporcionar en casa. La familia podrá dedicar el día a sus actividades habituales y, a la noche, el anciano vuelve a casa por lo que siempre está con los suyos.
El único pero que tienen estos centros es, en ocasiones, su alto coste que puede ser complicado de afrontar si no hay subvenciones o si el anciano no tiene ingresos.