Cada vez hay más gente que prefiere irse a vivir a los pueblos, ya sea para volver a repoblarlos o por la tranquilidad que se respira en los pueblos. Pero para ello hay que reformar las casas familiares que se están derrumbando, y casi todos empiezan por reformar cocina, que es donde se pasa la mayor parte del tiempo en las casas de la aldea, por el frío que suele hacer en las aldeas en invierno, tener una cocina de hierro es esencial para poder estar caliente, una vez que se enciende la cocina de hierro ya nadie quiere abandonar la cocina. El problema llega cuando tienes que salir a la calle o tener que ir a dormir cada uno a su habitación, ya que fuera de la cocina por lo general la casa está helada. Mucha gente pone mantas eléctricas en sus camas para poder tenerlas calientes para cuando se vayan a acostar.
Una vez que te mudas para la aldea, no te queda más remedio que adaptarte a la vida tranquila del pueblo, algo que no todo el mundo es capaz de conseguir, mucha gente que está acostumbrada a vivir en la ciudad y a su estrés no se habitúan tan rápidamente como les gustaría. Tener que trabajar los campos que tenga cada uno es una tarea que hay que hacer, no vas a tener campos parados sin producir, eso sí hay que plantar cosas que no planten el resto de los vecinos, así después podrás hacer trueques con ellos, y todos estaréis contentos. porque si todos en el pueblo plantan las mismas cosas, al final no vas a dar a basto para poder consumir todo lo que produzcas, y venderlo por tu cuenta es bastante complicado.
Lo que sí hay que tener en casa en el pueblo son las viñas, ya que eso sí que no es difícil consumir, el vino en las aldeas lo beben como si fuese agua, y cada uno piensa que el vino que él produce es el mejor del pueblo.
Irse a vivir al pueblo no tiene precio, solo hay que tener una mentalidad más abierta que en la ciudad.