Mi mujer es una fanática de los programa de televisión sobre reformas de casas. Cuando yo me levanto por las mañanas de los fines de semana, con los ojos a medio abrir y con medio cerebro todavía durmiendo, entro en el salón y ya está puesto en la tele el canal de los programas de reformas. Desde las 9 de la mañana hasta que el cuerpo aguante: todo el día viendo a tipos tirando tabiques abajo y batallando con amianto.
En uno de esos programas salen dos gemelos que se están haciendo un nombre en la televisión española, siendo ya estrellas en Norteamérica (especialmente en Canadá, de donde son oriundos y el origen de muchos de estos programas de reformas). De hecho, tienen más de un programa, aunque yo solo recuerdo el título de uno: La casa de tus sueños… o algo así.
Uno de los gemelos es el reforma casa, siempre va con su camisa de cuadros y su cinturón de herramientas. Aunque lleva el pelo un poco más largo que su hermano, nunca se despeina y, por supuesto, ni una mancha en sus camisas a pesar de que se pasa el día encontrando deyecciones de ratas entre los tabiques de las casas.
El otro gemelo (Drew, hasta me sé el nombre) es el agente inmobiliario, siempre con una sonrisa irónica en el rostro, con trajes de dudoso gusto aunque entalladitos y con la asombrosa capacidad de convencer siempre a los clientes de lo que necesitan, aunque ellos quieran exactamente lo contrario cuando empieza el episodio.
Una de las particularidades de este programa es que los clientes colaboran con el gemelo reforma casa, ya sea descuartizando un espejo o echando abajo un armario. La mujer del matrimonio protagonista del episodio siempre descubre entonces su afición por destruir paredes con un mazo.
Que no digo yo que no sean programas entretenidos, se disfruta bastante viendo los casoplones que gastan los canadienses, haciéndonos creer que en ese país todo el mundo tiene una vivienda de varias plantas con sótano. Pero al final todos los programas son muy similares. Mi mujer no opina lo mismo, por supuesto…