La primera vez que visité al cirujano de la clínica que luego me operó me dijo una frase que me dio mucho que pensar: “las cosas que más deseamos son aquellas que fingimos no necesitar”. En un principio no me hizo mucha gracias ya que estábamos hablando de las opciones que tenía para conseguir una figura más satisfactoria. Pero en aquel momento todavía estaba bastante dudosa y con cierto reparo a someterme a una operación de cirugía estética.
Pero una semana después lo vi de otra manera. Aquella frase llevada al contexto que me ocupaba a mí me animaba a quitarme los prejuicios y buscar el cuerpo deseado. Sabía, por experiencia, que con dieta y ejercicio físico no sería suficiente. Necesitaba esa ayuda extra que solo podría conseguir mediante una operación. Pero aún hoy muchas personas, como yo antes, ven la cirugía como rebajarse, como una derrota y no es así si uno se convence de sus beneficios.
Por eso, cuando volví a reunirme en la clínica de Liposuccion Pontevedra lo primero que le dije al cirujano fue: “ya no finjo no necesitar lo que deseo”. Quería verme en el espejo y sentir satisfacción, salir a la calle y notar que otras personas se fijan en mí por mi aspecto, entrar decidida en una reunión de trabajo… o en el mismo supermercado. ¿Para qué negar que el aspecto físico es muy importante en la autoestima si no es de otra manera?
Realmente yo admiro a todas esas personas que no les importa estar de una manera u otra, que se sienten bien con 20 kilos de más o con un busto minúsculo. Pero yo no soy así: no tengo tanta autoestima, soy más realista, o lo que sea: necesito un cuerpo con el que sentirme bien.
Cuando definitivamente puse fecha para mi operación en la clínica Liposuccion Pontevedra me sentí un poco nerviosa, pero a la vez confiada porque sabía que estaba haciendo lo correcto. Me quité los prejuicios, modelé mi cuerpo y cuando pasaron unas semanas me miré entusiasmada al espejo. Conocerse a sí misma es el primer paso hacia la felicidad.