Las arrugas, erupciones de la piel, enrojecimientos y otras imperfecciones pueden afear severamente la apariencia del rostro, un problema doble para aquellos profesionales que dependen de un cutis sano y cuidado (modelos, influenciadores sociales, etcétera). Antes de consultar a un dermatologo cara, determinadas prácticas han demostrado ser eficaces para evitar estos males y disfrutar de una óptima salud facial.
En primer lugar, los geles y jabones demasiado agresivos deberían descartarse de la lista de la compra, ya que pueden suprimir los aceites naturales de la epidermis, ocasionando daños irreversibles a las pieles más delicadas. Como alternativa, se recomienda utilizar jabones neutros, enriquecidos con aceites e ingredientes naturales como el AOVE, la miel o el aloe vera.
El uso de cremas y productos humectantes proporcionará al rostro una capa de protección útil para todo el año, tanto los meses más fríos como los más calurosos del calendario. Gracias a la humectación, el cutis recuperará su frescura y elasticidad, combatiendo la aparición de arrugas y manchas indeseables.
Los usuarios masculinos deben extremar la precaución durante el afeitado, pues el proceso de rasurado puede suponer un problema para las pieles más sensibles. Se aconseja hidratar y lubricar la piel mediante lociones, cremas y geles específicos para el afeitado. También debe ponerse especial atención en la técnica empleada, pues rasurar a contrapelo no es lo más indicado.
De nada servirían estas recomendaciones si, después del lavado o afeitado del rostro, se procediera a secar la piel de forma agresiva. Los expertos en dermatología sugieren que, con independencia del tipo de piel, debe secarse aplicando ligeros golpes, sin eliminar por completo la humedad del cutis. Huelga decir, por último, que higienizarse el rostro en exceso puede provocar el efecto contrario al deseado, pues la epidermis —como se ha mencionado anteriormente— posee unos aceites naturales responsables de su protección e hidratación.