Las CC.AA de la cornisa cantábrica lideran la exportación de maderas a escala nacional, destacándose también en el mercado europeo. Comprar madera Galicia, Asturias o País Vasco no siempre es garantía de calidad, no obstante. Es importante que el consumidor se informe sobre aspectos clave para valorar las cualidades del pino, roble, nogal o cedro que desee adquirirse.
Las maderas destinadas a muebles de baño y cocina están sometidas a una humedad ambiental elevada. Este contacto permanente con el agua pone a prueba sus propiedades hidrófugas, es decir, su capacidad para repeler el agua y evitar su absorción. Así sucede con la teca o el iroko. Cabe señalar que la humedad acelera el deterioro de las maderas poco hidrófugas.
Otro criterio de selección es la resistencia de la madera, característica que guarda relación con la dureza. Por un lado, las maderas blandas (pinos, cedros, abetos) son económicas y fáciles de moldear, destinándose a labores donde la solidez es irrelevante; en cambio, las duras (caobas, robles, fresnos) compensan su alto coste con una mayor durabilidad y resistencia a las rayaduras, golpes y otras amenazas.
Con independencia del tipo de madera, al estudiar los tablones, lamas, etcétera, debe prestarse atención a los defectos. La madera, por su carácter orgánico, carece de la perfección de sus equivalentes artificiales. Pero esto no significa que deban aceptarse materiales mellados, agrietados o tan nudosos que imposibiliten su aprovechamiento.
En general, los defectos naturales de la madera pueden atenuarse con una labor de lijado o cepillado, y en muchos casos no resultan antiestéticos para ciertos consumidores. Por el contrario, el secado de la madera —es decir, la extracción de la humedad contenida en sus fibras— es fundamental, pues repercute tanto en la vida útil como en el tratamiento y los usos que se proyecte dar al material.