La polución sonora es uno de los grandes males del presente siglo. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido es «la primera molestia ambiental» en las naciones más industrializadas, y por eso su mitigación forma parte de los objetivos de la Agenda 2030. Para lograrlo en edificios públicos y privados, materiales como el poliuretano, la fibra de vidrio o la lana de roca A Coruña son opciones válidas por su poder aislante.
Las lanas minerales, por ejemplo, figuran entre los aislantes sonoros más utilizados en el sector de la construcción y la reforma. En particular, la lana de roca destaca por su capacidad para absorber y retener las reverberaciones y otros fenómenos acústicos, impidiendo que accedan al interior de la vivienda.
Esta materia prima, obtenida a partir de rocas basálticas, también minimiza la transferencia de calor y de frío, contribuyendo al confort térmico durante todo el año.
Esta doble función —aislante térmico y acústico— está igualmente presente en la fibra de vidrio. Esta solución actúa de barrera contra el tráfico rodado y aéreo, las obras públicas y otras fuentes de ruido, siendo fácil de implementar en cubiertas, tabiques y suelos.
En planchas y espumas, el poliuretano también ayuda a insonorizar toda clase de superficies. Con el espesor y porosidad correctos, este material incrementa el silencio y el bienestar de habitaciones individuales, viviendas al completo o locales comerciales.
Las láminas asfálticas o bituminosas, por su parte, han demostrado combatir los sonidos de baja frecuencia de manera eficaz. En general, se instalan junto con lanas minerales, a fin de potenciar sus cualidades y lograr el máximo aislamiento posible.
De creciente fama por su reciclabilidad, la malla geotextil garantiza una óptima absorción de la contaminación acústica. Paralelamente, ofrece otras virtudes (preserva de la suciedad, impermeabiliza, aísla del frío y el calor, etcétera), útiles en construcciones civiles.