¿Para qué sirve la pintura a la tiza? 

La pintura a la tiza es una elección acertada en interiorismo gracias a su preparación fácil, carácter inoloro y adaptabilidad a toda clase de superficies. Se utiliza principalmente en muebles, zócalos y objetos decorativos, a los que otorga una apariencia rústica y natural. De ahí que sea una de las pinturas proa de interior con mayor demanda.

En los años noventa, la diseñadora Annie Sloan buscaba una pintura capaz de aplicar a la madera sin necesidad de lijarla y encerarla, y como el mercado no ofrecía nada similar, decidió crearla así nació la pintura a la tiza o chalk paint, como la bautizó su creadora «por su acabado mate aterciopelado». Los decoradores utilizan la expresión chalky y efecto tiza para referirse a este tipo de acabado.

Esta pintura natural se distingue del resto por su fórmula ecológica, con base al agua (sin acrílicos ni disolventes) y un contenido en tiza o carbonato de calcio superior al treinta por ciento. Por tanto, es una de las opciones más sostenibles del mercado.

Respecto a su apariencia, la pintura a la tiza proporciona un acabado suave y mate, con un aire rústico y ligeramente desgastado que se ajusta bien al mobiliario de época, los objetos vintage o las superficies de aspecto informal. Incluso en maderas nuevas, esta pintura proporciona una estética añeja, perfecta para envejecer objetos artificialmente. Además, está disponible en multitud de colores y tonos.

La versatilidad es otra de las virtudes de la pintura a la tiza, compatible con maderas naturales y barnizadas, melaninas, metales como el hierro, telas, vidrios y cerámicas. Su cobertura, aunque óptima, requiere que la superficie sea preparada mínimamente. De lo contrario, las capas no se adherirán bien y su vida útil se resentirá. Porque esta pintura puede, con los cuidados adecuados, conservar su belleza original durante tres a cinco años.

Cómo proteger y cuidar el suelo de la vivienda

El mantenimiento de suelos no debería limitarse a la limpieza y el abrillantamiento diario. El parqué, el mármol y otros materiales delicados necesitan mayores atenciones para resistir el impacto de la humedad, el tránsito o la radiación ultravioleta. Para preservar su integridad y valor estético, son medidas eficaces el uso de aceites de cera o la aplicación de pintura para suelos de calidad.

En concreto, los esmaltes al agua, la chalk paint y otras pinturas específicas para tarimas y otros suelos de madera. Además de color y personalidad, la capa de pintura incrementa su protección frente a los rayos UV, los arañazos y el desgaste en general. Su durabilidad es notable, y el envejecimiento que sobreviene con el paso de los años, aumenta la belleza de estas superficies.

La instalación de cortinas y estores permite regular la entrada de luz y minimizar el impacto de la radiación sobre el suelo y el mobiliario. Por su parte, los felpudos y alfombras de vinilo son aliados contra el desgaste producido por el tránsito, particularmente elevado en pasillos, rellanos y accesos.

En suelos de piedra y de madera, los aceites de lino, resina natural o cera agregan propiedades hidrófugas a estas superficies, facilitando además su limpieza y aspecto. Ni este ni los anteriores productos evitan las marcas y arañazos que ocasionan los muebles al ser arrastrados. Este deterioro solo puede prevenirse con la adhesión de almohadillas a las patas del mobiliario y otros elementos susceptibles de erosionar el suelo.

La limpieza regular es una medida necesaria para eliminar el polvo y otros restos de suciedad. La acumulación de estos da paso al moho y otros focos de microorganismos, perjudiciales para el entarimado y otros suelos frágiles.

Después de la limpieza —siempre con producto no abrasivos—, es importante secar el suelo en profundidad; de lo contrario, se formarían humedades.