Cuando se diagnostica un tumor de recto, el tratamiento tiene que ir en función de la salud de la persona y de lo desarrollado que pueda estar el cáncer. Si se tiene la suerte de localizar el tumor en sus inicios, lo más seguro es que solo sea necesario extraer el tumor mediante las diferentes técnicas que actualmente se utilizan para eso.
Si el cáncer no estaba más avanzado de lo que se creía en un principio, es posible que ni tan siquiera sea necesaria la quimio o la radioterapia. El paciente sería sometido a controles periódicos para asegurarse de que no se reproduce el cáncer y no haría falta nada más.
Si el cáncer se encuentra más avanzado, pero sin que haya todavía una metástasis, los médicos pueden valorar diferentes formas de tratamiento. Una de estas formas es ofreciendo la posibilidad de realizar quimio antes de la operación para reducir el tamaño del tumor y poder extirparlo más fácilmente.
El problema viene cuando el tumor está ya muy avanzado la solución puede ser combinar un tratamiento de quimioterapia y de radioterapia con una protectomía, que es una operación que consiste en la extirpación del recto. El paciente deberá de vivir con una bolsa para sus heces el resto de su vida, pero esta operación es la mejor garantía de que el tumor no se reproducirá. No obstante, nunca hay una seguridad al cien por cien de que esto no ocurrirá.
El problema más grave viene cuando ya hay una metástasis. En estos casos los médicos tienen que valorar cuidadosamente el alcance del daño y si hay o no posibilidades de mejorar la vida del paciente mediante intervenciones quirúrgicas. Si los daños están ya muy extendidos, los cuidados paliativos pueden ser la mejor opción, garantizando así que el paciente tenga la mejor calidad de vida el máximo tiempo posible.
Si se notan síntomas asociados al cáncer de recto o de ano, como dolores, sangrado en las heces o cambios en la forma de evacuar hay que acudir al médico para realizar un examen de la zona y hay que hacerlo con total naturalidad, como examinaríamos cualquier otra parte del cuerpo. Solo así se puede evitar que cuando se detecte finalmente el cáncer esté ya demasiado avanzado, lo que acorta las posibilidades de ser sometidos a un tratamiento exitoso y sin necesidad de extirpar el recto.