Cada vez son más los enfermos que acceden a participar en un ensayo sobre el cancer y son muchas las razones para ello. Para empezar, parece que se está perdiendo un poco de miedo a decir que se padece esta enfermedad. Durante muchos años, era llevada como un secreto, como si la persona enferma tuviera algo que no debe de saberse. Generalmente, ni se nombraba y, de forma que rozaba lo supersticioso, se hacía referencia a una larga enfermedad tanto para indicar que la persona se había restablecido o que había fallecido.
Esto facilita mucho la vida al enfermo y a los familiares, que pueden tratar el tema con naturalidad y disfrutar del apoyo de amigos y compañeros de manera abierta. Pero también hace mucho más fácil a los médicos el poder proponer al paciente que participe en ensayos clínicos e investigaciones.
El paciente puede acceder a realizarse más pruebas de las que le corresponderían, realizar test o incluso probar nuevos medicamentos. Muchas de estas cosas tal vez no tengan una incidencia directa sobre su enfermedad, pero ayudará a quienes están investigando para conseguir nuevas soluciones para curar el cáncer o frenar la enfermedad una vez que se ha producido. También puede ayudar a conocer su origen y saber por qué actúa del modo en que lo hace.
La investigación es el arma más poderosa para poder vencer al cáncer y se van produciendo avances, cada vez mayores, que dan esperanzas de poder encontrar cura para la enfermedad a medio plazo. Por suerte, cada vez vamos entendiendo mejor cómo funciona esta enfermedad y algunos de los cánceres que antes eran una sentencia de muerte segura hoy pueden superarse si se descubren a tiempo o tienen una esperanza de vida larga. Todo esto hace que, aunque el cáncer siga siendo una palabra aterradora y su diagnóstico un gran batacazo, ya no tenga por qué verse como el final necesariamente.
La investigación necesita de financiación para poder llevarse a cabo y también de valientes voluntarios que participen en estos proyectos. A cambio, sabrán que están siendo controlados y vigilados con lupa y que, por tanto, estarán recibiendo una atención extra que siempre puede ser beneficiosa para ellos. Y, ¿quién sabe? Tal vez gracias a su contribución la próxima persona que tenga el mismo problema pueda afrontar la enfermedad con muchas más esperanzas gracias a su desinteresada labor.