Los quesos asturianos, deliciosos y muy variados

Los quesos de asturias son, seguramente, los grandes desconocidos en España. Todo el mundo conoce los quesos manchegos, el queso de Burgos o el queso de tetilla, pero cuando se piensa en Asturias, como mucho, nos viene a la mente el queso de Cabrales que, además, muchos confunden con el queso azul francés.

El queso es un elemento clave en la gastronomía asturiana, tanto o más que sus famosas fabes. Aunque entre los aficionados a los quesos su fama es muy grande, hasta hace relativamente poco tiempo no era fácil degustarlos fuera de Asturias ya que no se trata en su mayoría de quesos curados fáciles de poder transportar. Muchos son quesos frescos o semifrescos que se estropeaban en los viajes, por lo que no fue hasta el siglo XX que comenzaron a venderse en otros puntos del país.

Existen quesos asturianos realizados con todo tipo de leche aunque los más numerosos son los de leche de vaca, como el queso Monje, el Bota o el Oscos, uno de los más conocidos fuera de las fronteras asturianas. Entre los de cabra podemos hablar del queso Monje de cabra, del queso Cuevas del Mar o de La Chivita, por nombrar solo algunas de las muchas variedades. No faltan tampoco los quesos de oveja, como el Jalón, el Ovín o el Peralzoa.

Algunas variedades de quesos se realizan con distintos tipos de leche, hemos visto el Monje que puede estar hecho con leche de vaca o de cabra o el Canal de Ciercos que existe en las tres variedades. También es frecuente encontrar quesos realizados con mezclas de diferentes leches, consiguiendo así un sabor muy especial y diferente. El queso Peñamellera, por ejemplo, lleva los tres tipos de leche en su composición.

Cualquiera de estos quesos puede degustarse solo, acompañado de otros fiambres o como parte de platos preparados. Por ejemplo, el famoso queso Cabrales forma parte de muchas recetas combinando muy bien con las deliciosas carnes asturianas y sirviendo en muchas ocasiones de relleno a los famosísimos cachopos. Si para el queso curado manchego no hay mejor acompañamiento que un vaso de vino, el Cabrales pide sidra para poder disfrutarlo a gusto. Incluso hay quién recomienda realizar una mezcla de queso y sidra para untar en pan, un placer que dicen que no tiene nada de pecado y que es toda una delicia para los sentidos.