Tengo muchos amigos que se dedican al trabajo de sus sueños o, al menos, siempre se apresuran a decir la siguiente frase: “bueno, yo tengo suerte que trabajo en lo que me gusta, pero…”. Y el ‘pero’ va por gente como yo que nunca ha tenido una vocación y, por lo tanto, nunca se han dedicado al oficio de sus sueños, ya sea apicultor o presidente de una diputación.
Cuando cuento a la gente que tengo una tienda de venta de cortinas online me miran de forma indiferente, como pensando “ah, bueno, está con esto mientras surge otra cosa”. Es posible que al principio yo pensase lo mismo, pero actualmente es un ámbito que disfruto y va bien: no pienso en dedicarme a otra cosa, a no ser que el sector me obligue a ello.
No soy hijo de vendedor de cortinas ni mi familia se ha dedicado durante siglos al noble arte de tejer cortinas. No, ha sido una cuestión de azar. Hace años tuve una novia que trabajó en una tienda física de cortinas. Por aquella época yo no tenía ni idea del tema, ni me interesaba. Pero soy muy buen novio y escucho a mis parejas cuando hablan (cosa que no todo el mundo puede decir). Así que mientras ella me contaba los pormenores de su trabajo, yo fui aprendiendo mucho sobre el negocio, sin saber que tiempo después me dedicaría profesionalmente a ese ámbito.
Cuando yo me quedé sin trabajo, mi novia me ayudó y empecé a trabajar en el almacén de la tienda lo que me puso en contacto con proveedores y fabricantes. Poco tiempo después, mi relación con aquella chica terminó (las cortinas no tuvieron la culpa) y yo dejé de trabajar en la tienda porque era lo mejor para los dos.
Y fue en ese momento cuando la idea de montar una tienda de venta de cortinas online empezó a dar vueltas en mi cabeza. No me gustaba especialmente ni era el sueño de mi vida, pero vi una oportunidad de negocio aprovechando los conocimientos que había adquirido. Y al final, incluso, arreglé los problemas con mi novia que actualmente es mi socia en el negocio.